Franco Colapinto, el joven piloto argentino de Alpine, ha desatado una tormenta de declaraciones explosivas tras la tercera sesión de entrenamientos libres del Gran Premio de Barcelona, dejando claro que su paciencia se ha agotado. Con un gesto serio y un tono inusualmente firme, Colapinto enfrentó a los medios tras una jornada marcada por la frustración: “El coche está donde no tiene que estar”, sentenció, dejando caer una verdad incómoda que sacudió el ambiente del box.
La sesión fue un verdadero desafío para el equipo, que no logró mejorar su rendimiento en pista. Colapinto expresó su descontento de forma cruda: “No hay agarre suficiente, estoy manejando con las uñas”, un grito de auxilio de un piloto que se siente limitado por un vehículo que no responde a sus expectativas. “No se trata de fe, se trata de física”, afirmó, subrayando la innegable realidad de un monoplaza que se encuentra lejos del nivel competitivo.
El impacto de sus palabras resonó en el equipo, donde los ingenieros, conscientes de la situación, comenzaron a revisar los datos. Colapinto, que no se mostró complacido con la situación, dejó claro que está listo para exigir más: “El problema es que el auto no me acompaña y cuando un piloto empuja más que el coche, algo está mal”.
Este mensaje, que claramente va más allá de una simple queja, es una advertencia de que el piloto no está dispuesto a callar ante la mediocridad. Sus declaraciones no solo capturaron la atención de los medios, sino que también encendieron la preocupación en el equipo Alpine, que ahora enfrenta una encrucijada: escuchar a su joven talento o arriesgarse a perderlo.
La jornada culminó con un Colapinto visiblemente agotado, reflexionando sobre un futuro incierto mientras el equipo se enfrenta a un dilema crítico. La situación es clara: el coche puede no estar a la altura, pero Franco Colapinto ya ha demostrado que él sí lo está. La presión ahora recae sobre Alpine para actuar antes de que sea demasiado tarde.