**¡HUMILLACIÓN EN VIVO! CANADÁ LE QUITA EL MICRÓFONO A TRUMP EN EL G7**
En un giro inesperado y bochornoso, Donald Trump fue prácticamente silenciado por el primer ministro canadiense, Mark Carney, durante la cumbre del G7, que se celebró en Canadá. El ex presidente de Estados Unidos llegó a la reunión con un torrente de declaraciones desafiantes y provocativas, pero su discurso fue abruptamente interrumpido antes de que la cumbre pudiera siquiera comenzar. “Gracias, se acabó”, fueron las palabras que marcaron el final de su intervención, dejando a Trump hablando solo, como un eco vacío en el salón.
La escena fue digna de un espectáculo surrealista. Mientras Trump despotricaba sobre la exclusión de Rusia del G8, sus comentarios desentonaron en un espacio donde la unidad y el consenso son la norma. Carney, visiblemente incómodo, tuvo que actuar rápidamente para cortar la conversación, evidenciando el desagrado palpable entre los líderes presentes, incluidos Emmanuel Macron y Georgia Meloni, quienes intercambiaron miradas de incredulidad.
El ex presidente no solo desató el caos verbal, sino que también dejó la cumbre antes de que se abordaran los temas críticos, convirtiendo el G7 en un G6. Su presencia, más que un aporte, se sintió como una bomba de tiempo que estalló en medio de un foro diseñado para fomentar la cooperación económica y política. Trump, conocido por su retórica antiglobalista, utilizó la plataforma para lanzar ataques y recordatorios de sus políticas proteccionistas, desafiando el espíritu del evento.
Mientras los líderes del mundo intentaban encontrar soluciones a problemas globales, la atención se desvió hacia la figura conflictiva de Trump, quien se retiró dejando un rastro de confusión y descontento. Este episodio no solo marcó un punto bajo en la historia del G7, sino que también subraya la creciente polarización en el escenario internacional. La cumbre, que debería haber sido un espacio de diálogo, se transformó en un escenario de humillación pública para el ex presidente, un recordatorio de que su estilo provocador no tiene cabida en el diálogo diplomático.