Irán ha desatado una nueva oleada de misiles contra Israel en respuesta al ataque aéreo sin precedentes que este último llevó a cabo contra instalaciones militares y nucleares en suelo iraní. El ataque ocurrió en la madrugada del sábado, provocando una rápida escalada de tensiones en la región. Las sirenas resonaron en Tel Aviv y Jerusalén alrededor de la 1:15 a.m. hora local, lo que llevó al ejército israelí a ordenar a la población que se refugiara. Aunque el nivel de alerta disminuyó menos de una hora después, la situación sigue siendo crítica.

Según informes del ejército israelí, algunos de los misiles lanzados por Irán fueron interceptados, pero la devastación ya era palpable. En Ramatan, un área civil, se reportaron numerosos edificios destruidos y civiles heridos, muchos de ellos sorprendidos en sus hogares durante la cena de Shabbat. Las imágenes de la destrucción son impactantes, con rescates en curso para liberar a los atrapados entre los escombros.

La situación se agrava tras el ataque israelí del viernes, que dejó un saldo trágico de al menos 78 muertos y más de 320 heridos, la mayoría civiles, incluyendo a una mujer de alrededor de 60 años en Tel Aviv. Este ataque se produjo en un contexto de creciente presión internacional sobre Irán, acusado de avanzar en su programa nuclear, algo que el régimen persa niega, defendiendo su derecho a desarrollarlo con fines civiles.

El embajador iraní ante la ONU, Amir Iravani, ha denunciado el ataque israelí ante el Consejo de Seguridad, intensificando aún más las tensiones. La comunidad internacional observa con preocupación, temiendo que esta escalada pueda llevar a un conflicto mayor en el Medio Oriente. La situación es crítica y la urgencia de una resolución pacífica nunca ha sido tan apremiante.