Las Vegas, la ciudad del entretenimiento, enfrenta una crisis sin precedentes: las habitaciones de hotel están vacías y los turistas se niegan a visitar. La combinación de aranceles estadounidenses y controles fronterizos severos ha debilitado drásticamente el flujo de visitantes de Canadá y México. Los altos costos y la incertidumbre procedural están llevando a los viajeros a buscar alternativas más accesibles y menos problemáticas.
La situación es alarmante. No se trata solo de una caída en los ingresos hoteleros y de juegos; el impacto se siente en la economía local, donde el turismo es considerado una exportación de servicios vital. Las reservas han disminuido, y los precios de ocupación se ven afectados. Las familias mexicanas y los viajeros canadienses, desalentados por el ambiente hostil en torno a las fronteras, están eligiendo destinos más cercanos y convenientes, como Ciudad de México o Cancún.
La retórica dura de la administración estadounidense está creando una percepción de riesgo que frena las decisiones de viaje. La incertidumbre en la frontera sur y la creciente vigilancia están disuadiendo las vacaciones familiares, mientras que las tensiones entre Ottawa y Washington exacerban la situación. Las aerolíneas están reduciendo vuelos, lo que agrava aún más la crisis en un sector que ya lucha por mantenerse a flote.
La falta de claridad en los procesos de visa y las tarifas elevadas están convirtiendo a Estados Unidos en un destino menos atractivo. Las cancelaciones de vuelos no son solo decisiones de capacidad; son una respuesta al debilitamiento del mercado. Si esta tendencia persiste, la recuperación será un desafío monumental.
Las autoridades deben actuar con urgencia. Es imperativo que la administración estadounidense implemente procedimientos claros y sencillos para facilitar el turismo. La falta de acción podría llevar a una recesión prolongada en un sector que es la columna vertebral de la economía de Las Vegas. La ciudad necesita un mensaje claro: “Ven y disfruta, el proceso es rápido y seguro”. Sin ello, Las Vegas podría convertirse en un destino fantasma.