Ucrania se encuentra en estado de alarma tras la impactante decisión del gobierno de Donald Trump de suspender el envío de armamento crucial hacia Kiev. Desde el presidente Volodimir Zelenski hasta miembros del parlamento, la indignación es palpable. Consideran este movimiento un grave retroceso en el apoyo de Estados Unidos en la lucha contra la agresión rusa, lo que podría tener consecuencias devastadoras para la defensa del país.

La diputada Mariana Besuclaya no ha dudado en calificar a Washington como un ex aliado, acusando a Trump de facilitar los avances de las tropas rusas hacia ciudades clave como Sumi y Nerpr. En un momento donde cada misil cuenta, el asesor presidencial Myo Potoliac ha hecho un llamamiento urgente, subrayando lo inhumano que sería detener el suministro de sistemas de defensa como los Patriot, vitales para proteger a la población civil.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania ha advertido que cualquier retraso en la ayuda militar solo alentará al agresor a intensificar su campaña de terror. Mientras tanto, funcionarios ucranianos expresan su preocupación por la falta de notificaciones oficiales sobre cambios en los envíos de armas, sugiriendo que la situación podría ser aún más grave de lo que se informa.

A pesar de la incertidumbre, el Ministerio de Defensa de Ucrania está intentando establecer contacto con la administración Trump para aclarar la situación. “Estamos procediendo con base en los datos reales”, afirmaron, mientras se preparan para lo peor. La urgencia de esta crisis no puede ser subestimada; el tiempo corre y la defensa de Ucrania está en juego.