En un giro monumental de los acontecimientos, el presidente Donald Trump ha promulgado hoy, 4 de julio, su “gran y hermosa ley” de recortes fiscales, valorada en 3.3 billones de dólares, justo a tiempo para las celebraciones del aniversario 249 de la independencia de los Estados Unidos. Esta legislación, que ha sido calificada como el mayor recorte de impuestos en la historia del país, fue aprobada por la Cámara de Representantes apenas un día antes, marcando un hito en la agenda política del mandatario.
Trump, en un evento lleno de fervor patriótico en la Casa Blanca, destacó que los recortes fiscales serán permanentes y que eliminarán impuestos sobre propinas, horas extras y contribuciones a la seguridad social para los adultos mayores. “Estamos lanzando a nuestro país como un cohete económico”, proclamó, mientras celebraciones aéreas de bombarderos B2 sobrevolaban el evento.
La nueva ley incluye importantes disposiciones, como la permanencia del crédito tributario por hijo que beneficiará a 40 millones de familias estadounidenses y reformas significativas al programa de Medicaid, que introduce nuevos requisitos laborales. Sin embargo, la aprobación de esta ley no llegó sin controversia; se logró por márgenes extremadamente estrechos y en un ambiente de intensa polarización política.
En un contexto de celebración, Trump también rindió homenaje a los militares involucrados en recientes operaciones en Irán, añadiendo un matiz bélico a la festividad. La promulgación de esta ley no solo redefine el panorama fiscal del país, sino que también plantea interrogantes sobre su impacto a largo plazo en la economía y en la vida de millones de estadounidenses.
A medida que el país celebra su independencia, la atención se centrará ahora en cómo estos recortes fiscales transformarán la economía y la política estadounidense en los meses venideros. La era dorada de Estados Unidos, según Trump, ha comenzado, y su legado se está forjando en este momento crucial.