La Infanta Elena rompe su silencio y desafía a Felipe VI en medio de tensiones familiares crecientes. Este verano, el ambiente en Maribent ha cambiado drásticamente, alejándose de los posados familiares y revelando una grieta que ya no puede ocultarse. La ausencia de la Infanta Elena en la residencia real ha encendido alarmas, no solo dentro de la familia, sino también en el ámbito público.

Elena, visiblemente frustrada por las imposiciones de la Reina Letizia, ha decidido que sus hijos no participen en la agenda oficial, lo que se interpreta como un claro mensaje hacia la reina consorte y su influencia sobre la familia. La situación se complica aún más con la reciente aparición de la Reina Sofía en Maribent, a pesar de su deseo de cuidar a su hermana Irene, quien se encuentra gravemente enferma. Este movimiento ha suscitado críticas y ha dejado entrever un descontento profundo en el seno de la familia real.

Mientras tanto, la Infanta Cristina ha optado por el silencio y la discreción, reforzando la sensación de división. Aunque la Casa Real ha intentado mantener una imagen de unidad a través de fotografías oficiales, las ausencias notables y la brevedad de las visitas han alimentado rumores sobre el verdadero estado de las relaciones familiares.

El evento del 4 de agosto, donde se presentó a las hijas de los Reyes, fue un intento de mostrar cohesión, pero la falta de comunicación sobre las ausencias ha dejado a muchos cuestionando la autenticidad de esa imagen. Las redes sociales y los medios críticos no tardaron en señalar la incongruencia entre la narrativa oficial y la realidad tras bambalinas.

Zarzuela guarda silencio, pero la presión por entender lo que realmente ocurre en el seno de la familia real aumenta. La sensación de que Maribent se ha convertido en un mero escaparate, en lugar de un hogar familiar, se hace cada vez más palpable. La situación es tensa y el futuro de la monarquía española podría depender de cómo se resuelvan estas profundas divisiones.