**América Latina se aleja de la carrera nuclear en medio de tensiones globales**
En un contexto de creciente tensión geopolítica y el resurgimiento del temor a la guerra nuclear, América Latina ha tomado una decisión clara: renunciar al desarrollo de armas nucleares. Mientras el mundo observa con inquietud las recientes crisis en Europa, Asia y Medio Oriente, la región se ha mantenido firme en su compromiso con la paz y la estabilidad.
La invasión rusa a Ucrania, las amenazas de Putin a la OTAN y los enfrentamientos en el Medio Oriente han avivado el miedo a un posible conflicto nuclear. Sin embargo, América Latina, rica en recursos para la fabricación de armamento nuclear, ha optado por un camino diferente. En 1967, con la firma del Tratado de Tlatelolco, 33 países de la región se comprometieron a prohibir la proliferación de armas nucleares, creando una zona libre de este tipo de armamento.
A pesar de décadas de inestabilidad, dictaduras y crisis, ningún país latinoamericano ha buscado desarrollar un programa nuclear militar. Las razones son claras: la falta de incentivos estratégicos, el alto costo de tales programas y un compromiso con la comunidad internacional que prioriza el uso pacífico de la energía nuclear. Además, los recursos públicos se han centrado en abordar problemas urgentes como la pobreza y la desigualdad.
El liderazgo inicial de Brasil en la creación de esta zona libre fue pronto cedido a México, reflejando un consenso regional que se opone a la proliferación nuclear. En un momento en que el mundo enfrenta un aumento de las tensiones bélicas, la decisión de América Latina de mantenerse al margen de la carrera armamentista nuclear es un mensaje poderoso de compromiso con la paz y la cooperación internacional. La región demuestra que la seguridad no se mide en ojivas, sino en la búsqueda de un futuro más estable y justo para sus ciudadanos.