Las Vegas enfrenta una crisis turística sin precedentes: las habitaciones de los hoteles están vacías y los negocios locales sufren debido a la dura política fronteriza de Trump. La combinación de aranceles estadounidenses y controles en la frontera sur ha generado un desplome en el flujo de visitantes de Canadá y México, quienes ahora consideran que viajar a Estados Unidos es demasiado arriesgado. La incertidumbre en los costos y los procedimientos ha llevado a muchos a cancelar sus planes de vacaciones, optando por destinos más cercanos y menos problemáticos.
Los empresarios turísticos de Las Vegas sienten la presión: las tarifas de ocupación están cayendo, y los eventos programados se ven amenazados. La percepción de que cruzar la frontera es complicado se traduce en un descenso en la demanda, afectando no solo a los hoteles, sino también a restaurantes, bares y otros servicios relacionados con el turismo. Las familias mexicanas, tradicionalmente grandes visitantes de la ciudad del pecado, están eligiendo destinos alternativos como Cancún y Ciudad de México, mientras que los canadienses posponen sus escapadas a Las Vegas.
El impacto es profundo. Cuando las tasas de ocupación disminuyen, los precios no siempre bajan; de hecho, pueden aumentar en días específicos debido a los costos fijos. La falta de claridad en la política de visas y la retórica agresiva del gobierno de EE.UU. crean un ambiente de confusión que aleja a los turistas. Las aerolíneas, enfrentando una caída en la demanda, están reduciendo vuelos, lo que agrava aún más la situación.
Si esta tendencia persiste, la recuperación será un desafío monumental. Las autoridades locales deben actuar rápidamente para restaurar la confianza de los turistas. Se requiere una gestión efectiva de procesos, transparencia en los precios y un mensaje claro de que viajar a Estados Unidos es seguro y accesible. Sin una respuesta inmediata, Las Vegas podría enfrentar un futuro sombrío en su vital industria turística.